Me parece que la práctica docente de un profesor, en este caso de lengua extranjera, es el resultado de la formación que ha recibido, de sus creencias formadas a partir de sus experiencias como alumno de lengua extranjera y de cualquier conocimiento relacionada a este tipo de enseñanza-aprendizaje que haya tenido, sea teórico y/o práctico. En mi caso, mi formación como profesora de segundas lenguas empieza justo cuando, en la realidad práctica de la enseñanza en Brasil, el enfoque comunicativo de lenguas empieza a cobrar fuerzas, en la década del 80. Se hablaba mucho de la importancia de la lengua hablada para las clases de lenguas extranjeras. Pero hasta que las teorías de los que se dedican a las investigaciones se instauren puede llevar bastante tiempo. Por otro lado, como alumna la enseñanza de lenguas extranjeras que recibí se basaban en las metodologías que oscilaban entre estructuralistas a nocio-funcionales. Los temarios de las clases y de las evaluaciones eran siempre listados de funciones gramaticales.
Así como el período de transición del estructuralismo hacia el comunicativismo, mi formación y práctica docente han sido marcadas por una constante búsqueda por asimilar las teorías del enfoque comunicativo a mis prácticas docentes. Muchas veces he tenido que afrontar reacciones negativas de los alumnos que estaban acostumbrados a otros modelos de enseñanza basados en las metodologías estructuralistas.
Tres son las características de las enseñanzas de lenguas basadas en el estructuralismo que aún en la actualidad son difíciles que cambiar: el profesor como el centro de la clase, la lengua escrita como medio y fin del uso que se hace en la clase y la gramática como guión de los contenidos de aprendizaje.
Si somos “hijos” de una enseñanza basada en metodologías en las que el profesor es el centro de la clase, la gramática es el objetivo de aprendizaje de la lengua y la lecto-escritura es la prioridad de las actividades de enseñanza-aprendizaje, es normal que sus características perduren, pese a la aceptación de una metodología centrada en el polo opuesto: el alumno, las funciones comunicativas y la lengua hablada.
Para que haya una transición efectiva a las nuevas metodologías, los profesores tendremos que apropiarnos de las nuevas filosofía de enseñanza-aprendizaje de lengua buscando los conocimientos teóricos, incorporándolos en nuestras prácticas y reflexionando sobre sus resultados. Entones podremos consolidar el cambio de las metodologías que hemos experimentado como alumnos a los nuevos enfoques que se nos presenta como profesores.
Por lo tanto, la práctica de la docencia siempre está relacionada a la investigación de la didáctica de lengua o de la lingüística aplicada y por ello, mis estudios de doctorado se justifican en el deseo de perfeccionar mi ejercicio formación como profesora de una lengua extranjera.